Tu producto no opera por sí solo, sino que se encuentra envuelto por un conjunto de definiciones de negocio que son vitales validar a tiempo.
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A menudo, veo emprendedores tomar un enfoque de desarrollo centrado en el producto.
Las discusiones suelen centrarse en torno a qué features desarrollar y cuáles no, y la comparación o benchmarking con otros competidores directos es extensiva.
Los equipos buscan, genuinamente, dar con un producto usable y valioso para sus usuarios.
En el proceso, incorporan buenas prácticas y metodologías para reducir el riesgo de implementación y comprender mejor las necesidades de los usuarios.
Entonces, ¿qué problema hay con esto?
Bueno, la cuestión está en el sesgo sobre la solución, que provoca que los equipos dejen de ver las otras partes de un negocio que influyen en sus sistemas de entrega y captura de valor.
Por más que seamos excelentes diseñando y desarrollando nuevos productos, hay una realidad por aceptar:
Un producto opera sobre la base de un modelo de negocio.
Dicho esto, así cómo hay esfuerzos que se dedican al desarrollo de la solución, también deben haber esfuerzos dedicados a la definición y validación de clientes y necesidades, de fuentes de monetización, de canales de adquisición, de propuesta de valor y de otros componentes esenciales que definen a un negocio como un sistema de creación, entrega y captura de valor.
La atención exclusiva a una solución particular condiciona tus definiciones sobre el resto de las áreas estratégicas del negocio.
Por ejemplo, dejas de considerar múltiples fuentes de ingresos (quizás, más apropiados a tu negocio o cliente) para únicamente quedarte con la que haga sentido a tu solución.
La solución no debe ser el génesis de una idea de negocio, nunca.
Sino una consecuencia, una respuesta a una propuesta de valor previamente diseñada para servir a una necesidad correctamente identificada en un segmento de clientes real.
Para esto, puedes empezar con deconstruir tu idea inicial de negocio en un conjunto de supuestos clave por validar (entre ellos, la solución inicial).
Puedes utilizar herramientas como Business Model Canvas o su variante Lean Canvas para que el ejercicio sea colaborativo y altamente visual.
Luego, en el siguiente orden, debes dar definiciones iniciales acerca de lo qué crees cierto en tu idea:
De esta forma, ya vas a darte una idea si, en el papel, tu idea tiene algún tipo de sentido.
Luego, tendrás que encontrar evidencia en el mercado que valide cada uno de estos supuestos clave que hacen a la estructura de tu negocio.
E, incluso cuándo ya estés desarrollando tu producto sobre la base de un modelo de negocio validado, no podrás dejar de considerarlo por completo.
Ya que, con el tiempo, la diversificación del producto a su vez desbloqueará nuevos clientes y casos de uso que pongan a prueba al modelo.
Por último, aquí van algunos consejos prácticos para operar mejor tu modelo:
Recuerda no caer en la trampa del sesgo en la solución.
Si bien diseñar y desarrollar un producto es una actividad de gran importancia, no es lo único a lo que un equipo se deba ocupar (ya sean founders de startups o líderes en verticales estratégicas de empresas grandes que impulsan nuevos proyectos).
No hay que ignorar que un producto es un componente de un sistema mucho más grande.
Un sistema que habilita la creación, entrega y captura de valor continuo, al negocio y clientes.
Tu modelo de negocio, es el producto.
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