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Allá por 2015 estaba dando mis primeros pasos en el mundo digital desarrollando páginas web con Wordpress como freelancer.

En su momento, se sentía casi como un superpoder.

Tan solo con una interfaz visual era capaz de organizar los distintos elementos que necesitaba una pantalla. Tomaba el componente que quería, por ejemplo un botón, y lo arrastraba hasta dejarlo justo donde lo quería. ¡Vualá! 🪄

De esta manera, desarrollé distintos sitios web… algunos incluso con blog y una tienda online totalmente funcional.

Pero, en algunas ocasiones, me topaba con pedidos que eran sencillamente imposibles de cumplir:

“¿Puedes hacer que al seleccionar una país del mapa se pinte su área de color azul indicando que lo has visitado?”

Wordpress es una herramienta maravillosa, pero si no sabías código, estabas realmente limitado a los que ofrecían sus plugins.

En los años siguientes, trabajé en varios equipos de tecnología que se veían más o menos así: tres desarrolladores front-end, dos desarrolladores back-end, 2 analistas QA y 1 dev ops (a cargo de la infraestructura).

No concebía otra manera de hacer producto: tenía que ser con un equipo de desarrollo.

No concebía otra manera de emprender: tenía que ser con un socio técnico.

Hasta que algo paso.

Enero 2022: ingreso para liderar el área de producto y UX en Novolabs, en su momento una agencia de desarrollo para emprendedores orientada en MVPs.

Al ver su organigrama, noté algo curioso: dos equipos de tecnología, uno no-code y otro code.

Resulta que gran parte de los proyectos los implementaban a partir de una herramienta llamada Bubble, que te permitía crear productos totalmente funcionales sin saber una línea de código.

En una experiencia similar a la de Wordpress, podías arrastrar distintos elementos como barras de búsqueda o formularios de un lugar a otro, darles un estilo visual y crear la lógica de su comportamiento. Incluso podías interactuar con una base de datos.

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Parecía mágico, pero fui escéptico. No-code no era tecnología viable si quieres crecer, pensaba.

Si bien tiempo atrás abracé la idea de crear sitios web sin código, en los últimos 6 años había aprendido a programar.

Realmente estaba convencido de que desarrollar con código era el status quo.

Pensaba que el desarrollo con no-code era para pequeñas páginas web o experimentos.

Creía que no era una tecnología sobre la cuál uno pueda desarrollar un negocio a mediano y largo plazo.

Me preocupaba los problemas de rendimiento que podían tener este tipo de implementaciones cuándo un producto escale. ¿Logrará soportar más de mil usuarios conectados a la vez?

También hacía preguntas acerca de su capacidad de personalización. ¿Realmente puede conectarse con cualquier sistema?. ¿Realmente es capaz de crear lógica de negocio avanzada?.

Y, finalmente, cuestionaba su propósito para emprendedores. ¿Por qué pagaría por algo que a los seis meses iba a desechar para construir un producto “en serio” con código?

Todos estos juicios vivían en mi cabeza, desde ya. Pero ahí estaban.

Por suerte mi percepción cambió.

Afortunadamente, más rápido que tarde.

Mi primer proyecto en Novolabs fue el desarrollo con no-code de una plataforma para gestión de consorcios y comunidades de vecinos.

Luego, tocó armar una plataforma de educación online con la misma tecnología. Más tarde, estaba involucrado en una plataforma de alquileres de viviendas.

A lo largo de un año y medio, lideré en la agencia más proyectos no-code que sin código.

Durante ese tiempo, comprendí la gran adaptabilidad que tienen las plataformas no-code: realmente construimos de todo en Novolabs.

Podríamos integrar una lógica avanzada de creación de cuentas y desarrollar marketplaces donde se publiquen y vendan productos. Incluso, ¡fue posible desarrollar funcionalidades en web3 para la compra y venta con criptomonedas de NFTs! 🤯

Una vez inmerso en el mundo no-code, abrí mis ojos y comencé a ver casos de éxito de negocios que han montado sus bases en plataformas como Webflow, Bubble y Airtable y han escalado de tal manera que cuentan con equipos de +30 personas.

Todo prácticamente sin una línea de código.

Se puede decir que había sido “deconstruido”: mis prejuicios sobre no-code ya no estaban en mi cabeza.

No-code era una forma de crear producto totalmente viable, que no solo aporta velocidad y democratiza el desarrollo, sino que también es perfectamente escalable a un buen número de usuarios y que puede abarcar todas las demandas de tus usuarios o clientes.

No pude haber estado más equivocado.

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Con plataformas no-code, ya no tienes más excusas para llevar tu idea a la práctica.

Las tecnologías no-code representan excelentes herramientas que aportan agilidad y gran adaptabilidad a tu equipo de producto.

Y, lo mejor de todo, es que tu producto puede beneficiarse tanto del desarrollo tradicional como del desarrollo no-code.

A diferencia de lo que uno puede pensar, ambos tipos de desarrollo no son mutuamente excluyentes. Todo lo contrario, pueden complementarse entre sí.

Por ejemplo, puedes desarrollar el diseño de toda una página web con Webflow y gestionar su lógica de fondo e interacción con base de datos con desarrollo tradicional.

Además, en un proceso de desarrollo de producto, contar con un equipo no-code puede ser una oportunidad ideal para fomentar el lanzamiento de pequeños experimentos, pruebas de concepto, automatizaciones o proyectos sátelite.

Mientras tu equipo de desarrollo tradicional trabaja en la entrega de las funcionalidades del próximo lanzamiento, tu equipo no-code podría estar enfocado dos pasos atrás en el proceso, lanzando pequeñas soluciones que validen la viabilidad y deseabilidad de una idea.

Si bien es verdad que, eventualmente, los desafíos tecnológicos de escala aparecen, estos suelen aparecer más tarde que temprano. O, al menos, con un producto ya validado en el mercado que genere ingresos que te permitan financiar un desarrollo tradicional 😅

A comienzos de 2024, existen pocas razones de buscar un equipo de desarrollo tradicional si no tienes socio técnico. Valida primero tu idea con no-code, escala a una cantidad interesante de clientes y luego evalúa la necesidad de una migración.

Si has estado en una situación similar a la mía, de ver con escepticismo las plataformas no-code, te pido que dejes tus juicios de valor a un costado.

En este momento, la adopción de este tipo de herramientas por equipos no técnicos es cada vez más alta. Y tiene su justa razón.

Las tecnologías no-code democratizan cada aspecto del desarrollo de un producto. Aportan la posibilidad de crear un negocio tecnológico end-to-end de forma rápida, segura y totalmente escalable. Eliminan las barreras tecnológicas para traer la capacidad de desarrollar a quiénes antes no la tenían.

Y lo mejor de todo: incluso si ya tienes un producto desarrollado con código, puedes integrar tecnologías no-code para automatizar algunos flujos o correr pequeños experimentos de validación. Repite conmigo: ¡el desarrollo tradicional y no-code pueden complementarse!