A lo largo de los años como Product Manager, me he topado con una gran cantidad de desafíos que han puesto a prueba distintas habilidades. Mis distintos errores y aciertos me dieron distintos aprendizajes que hoy me encantaría compartirte.
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Me he topado con el rol de Product Manager hace 7 años.
Desde entonces me he preparado para ello, y ya llevó más de 5 años en la función.
En todo este tiempo, he trabajado tanto en equipos pequeños de producto como en organizaciones mucho más grandes.
Cada experiencia ha tenido su cuota justa de desafíos particulares, que me han dejado lecciones importantes, tanto desde los errores como de los aciertos.
En esta publicación, me gustaría compartirte un listado de 30 lecciones que he podido interiorizar en los últimos años sobre Product Management.
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“Enamórate del problema, no de la solución” es una frase algo trillada, pero la evidencia la respalda. La base de todo negocio es la resolución de un problema, que a su vez está relacionado con una necesidad o deseo del cliente. Una solución que no esté conectada a esta realidad, tendrá menos utilidad que un pisapapeles.
Las interacciones con múltiples líderes y referentes de otras áreas, así cómo también clientes y otros stakeholders, son el día a día de un Product Manager. Estas interacciones a veces son constructivas mientras que en otras pueden suceder algunos roces. La capacidad de empatizar con la otra persona es fundamental para comprender mejor sus intereses y ganar influencia.
Al momento de priorizar, debes sentirte cómodo/a con la realidad de tener que decir que “NO” muchas veces. Al reducir el conjunto de posibilidades y comprender qué es lo que no aporta valor hoy, es más fácil acordar en lo que sí es importante.
Ser veloces en los ciclos de aprendizaje (Discovery) y desarrollo (Delivery) por solo el afán de ser ágiles no trae ningún beneficio a nadie. La iteración debe ser guiada siempre por objetivos y métricas claras que determinen la dirección de mejora.
Aunque no lo creas, es sorprendente la cantidad de decisiones que se suelen tomar por mero “gut feeling”. La evidencia, ya sea en la forma de datos duros en dashboard de métricas o información relevante de entrevistas con usuarios, debe ser el eje en la toma de decisiones.
He escuchado una vez que “las restricciones son una bendición”, para los equipos que tienen un backlog de tareas extenso. En lugar de complicar las cosas con features complejas, descompone un requerimiento en una serie de pequeñas entregas disitribuidas a lo largo del tiempo que generen valor por sí solas.
Tener una dirección y una estrategia de producto es fundamental, pero esta no debe perjudicar a la organización ni a tu equipo en su capacidad de adaptarse a los cambios. El roadmap debe ser flexible.
En varias ocasiones, te encontrarás funcionando como una especie de “traductor” entre distintas áreas, especialmente entre los roles técnicos y los representantes de áreas funcionales. Es importante que el mensaje que comuniques llegue sin tecnicismos y sea de comprensión universal por todos los equipos con los que trabajes.
¿Cómo determinas si estás realizando progreso o no si no hay una meta específica? Definir el criterio de éxito o fracaso de un nuevo proyecto o experimento es fundamental para que lograr una acuerdo común hacia qué es lo que se busca obtener del esfuerzo invertido.
Más allá de las tareas y reuniones particulares de cada día, es importante que puedas construir una relación de camaradería con tus colegas, generando un excelente clima laboral donde la ayuda y el soporte sean continuos y desinteresados.
Como Product Manager, debes ser el rey del contexto. Esto implica tener muy en claro el por qué de las cosas. ¿Por qué nos enfocamos en este indicador?, ¿por qué estamos llevando a cabo esta investigación de usuarios?, ¿por qué estamos lanzando esta nueva feature?.
A menos que la organización cierre o tome una decisión de sacar del mercado a un determinado producto, el desarrollo del mismo consiste en un ciclo de iteraciones. Un Product Manager debe comprender como las distintas capas de funcionalidades generan sinergías entre sí, aumento cada vez más el valor agregado en lugar de generar conflictos entre ellas.
Un producto no es más que una solución provista por un determinado negocio. Una solución que se rige por un conjunto de características que moldean al modelo de negocio: fuentes de monetización, sistemas de adquisición, asociaciones clave, y mucho más. El producto debe servir al negocio.
Considera cada afirmación o idea como un supuesto. Cada supuesto debe llevar a una hipótesis de solución que necesita ser validada, para poder reducir el nivel de incertidumbre de invertir esfuerzo en la dirección equivocada. Ten en cuenta que como Product Manager, en numerosos proyectos, enfrentarás un alto nivel de incertidumbre.
En ocasiones, una decisión de producto puede favorecer directamente al negocio pero quizás ir en contra de los intereses del usuario/cliente, lo que puede terminar siendo contraproducente en el largo plazo. Busca que estas dos partes estén bien balanceadas.
Un Product Manager debe ser un gran escuchador, ya que múltiples stakeholders llevan a él distintos objetivos, preocupaciones, expectativas e ideas que deben ser profundamente comprendidas para dar una respuesta certera.
Más que memorizar la ficha técnica o features de la competencia, un Product Manager debe conocer muy bien los problemas que los clientes tienen sobre las soluciones que actualmente tienen contratadas. De esta manera, buscas no cometer los mismos errores que generan obstáculos al cliente en el mercado.
Si la ejecución nunca llega o sí está es llevada de forma totalmente ineficiente (a partir de procesos rotos o malas prácticas que malgasten los recursos más valiosos: tiempo y dinero), entonces el impacto que buscó la idea en primer lugar se ve gravemente reducido.
El desarrollo de producto no termina con el lanzamiento de un conjunto de funcionalidades. Debes medir su impacto al negocio, y en caso de que hayan habido errores durante su desarrollo o mismo en la aceptación al mercado, debes poder incorporarlos como aprendizaje al propio proceso de Product Discovery.
Mientras inviertes esfuerzo y recursos en las tareas que el equipo está llevando a cabo ahora mismo, hay otros proyectos que no estás atendiendo y qué a su vez tienen un costo de oportunidad implícito para el negocio. Debes ser consciente de esto.
Las preguntas nunca sobran, especialmente cuando están apuntadas a descubrir con mayor detalle una determinada situación, cuestionar creencias que pueden limitar el crecimiento del negocio, dar pistas hacia donde puede estar la respuesta o sumar nuevos puntos de vista que antes no estaban contemplados. Sé curioso.
No es necesario invertir 2-3 meses para validar una idea. Al apoyarte de tecnología no-code puedes probar una idea en el mercado en tan solo 1-2 semanas. O, incluso, con tu equipo de tecnología puedes desarrollar una solución en ese tiempo al reducir su alcance funcional y al re-utilizar componentes ya implementados. Pon estas ideas a prueba con técnicas como Multivariate testing o A/B Testing.
Muy en colaboración con el área de UX, debes representar los intereses del usuario/cliente en todo mesa de toma de decisiones de producto, para garantizar que de esta manera nunca se olviden de atender sus flujos críticos para cumplir con lo que busca conseguir del producto.
No es lo mismo priorizar un requerimiento de usuario que una idea por prototipar, cómo tampoco es lo mismo priorizar un riesgo que atender que un bug o falla del producto que está sucediendo ahora mismo. Asegura tener un sistema de priorización efectivo para cada escenario.
Mira lo que ofrecen la distintas metodologías de trabajo como una caja de herramientas. No hay un manual definitivo acerca de cómo hacer producto, sino que el proceso adecuado es totalmente contextual a la fase de desarrollo de un producto y características del negocio, mercado y cliente.
Cuando tomes una decisión de producto, piensa en las consecuencias de 2do y 3er orden. Es decir, aquellas que se vuelven evidentes con el diario de la mañana. Aquellos que no son obvias a primer vista, pero que aparecen de forma indirecta en el mediano-largo plazo.
Mientras la estrategia y roadmap de producto necesita de cierta flexibilidad para poder actuar con agilidad ante los cambios del mercado y del negocio, la visión de tu producto o impacto final debe ser una constante lo suficientemente firme como para generar un fuerte alineamiento hacia un objetivo definitivo.
En Product Management, un PM tiene que saber ganarse su liderazgo. Debido a que no tiene autoridad sobre su equipo de trabajo, necesita saber vender su visión y estrategia, escuchar a su equipo, generara consensos e inspirar a las personas para poder guiarlas en la estrategia.
La innovación, si bien es muchas veces asociada a la presencia de una tecnología novedosa, de cara al mercado y el negocio la innovación que importa es aquella que se da sobre la propuesta de valor que ofrece una industria. Entender dónde están las oportunidades desperdiciadas y tomar ventaja sobre eso.
Por último, un Product Manager opera continuamente sobre la creación, entrega y captura de valor, tanto para el cliente como para el negocio. Es importante saber diseñar sistemas que maximicen estas dinámicas para garantizar la viabilidad del proyecto a largo plazo.
Si bien uno puede encontrar varias de estas lecciones en libros de Product Management, la verdad es que uno no termina de interiorizarlas hasta que uno no experimente en primera persona las consecuencias o beneficios de determinadas acciones.
Por tal razón, es importante que más allá del conocimiento teórico que tengas, que puedas exponerte en la práctica ante distintos escenarios que prueben tus habilidades en maneras distintas.
De esta forma, podrás acelerar tu proceso de aprendizaje y desarrollo sobre la función de Product Manager, e incorporar a tu mindset de producto nuevas lecciones.
Espero que las lecciones compartidas te hayan resultado útiles.
¡Muchos éxitos!
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