Estamos abrumados por la cantidad de información que se nos expone a diario. Algunas situaciones pueden requerir más atención que otras, pero al final, la carga cognitiva es algo real y es realmente difícil para nosotros procesar todo conscientemente. Esa es la razón por la que, en el fondo, nuestra mente crea atajos para la toma de decisiones.

Aunque tiene un propósito, puede obstaculizar nuestro pensamiento racional. Terminamos siguiendo estos caminos que pueden no ser los más óptimos ya que a menudo presenta una falta de razón. Es casi imposible eliminar su efecto, pero podemos evitarlos al tomar decisiones importantes.

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Sesgo de confirmación

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Un sesgo ampliamente conocido, es la tendencia a buscar y recordar información que respalda nuestras propias creencias. Es peligroso porque es una forma sutil de autoengaño en el caso de que nuestro punto de vista sea objetivamente incorrecto, lo que ocurre con bastante frecuencia.

Este sesgo obstaculiza el pensamiento crítico y la mentalidad abierta, cualidades necesarias para los procesos de toma de decisiones. Cerramos nuestras mentes a nuevas ideas mientras nos hundimos en la ignorancia y la arrogancia.

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El efecto Dunning-Kruger

¿Cuántas veces hemos visto personas seguras de conocer un tema determinado cuando en realidad no saben nada? Este sesgo afirma que los individuos incompetentes tienden a sobreestimar sus capacidades.

A medida que las personas incorporan nuevos conocimientos, este exceso de confianza tiende a desvanecerse ya que se dan cuenta de la complejidad del tema. Pero si no somos humildes al comienzo de un proceso de aprendizaje, este conocimiento ilusorio nos hará propensos a difundir afirmaciones falsas.

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Sesgo de anclaje

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Las personas tienden a confiar en la primera información para tomar decisiones posteriores. Al buscar un producto en un mercado, un ancla sería el primer precio que el sujeto vio sobre ese producto.

Ese producto podría tener un precio excesivo, pero la gente mantendrá este número como una cifra de referencia para luego compararlo con otros productos a un nivel de precio similar. Este sesgo es malo para nosotros, ya que dejamos de tratar cada información de manera imparcial.

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Efecto de encuadre

Para la misma información, se podrían sacar diferentes conclusiones según el contexto y cómo se presenta. La gente tiene preferencias por el encuadre positivo. Por ejemplo: "El producto funciona el 80% del tiempo" frente a "El producto falla el 20% del tiempo".

La mayoría de nosotros tendemos a evitar inconscientemente las declaraciones negativas y nos sentimos atraídos por las positivas, aunque ambos presentan la misma información.

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Efecto de arrastre

Una forma de pensamiento grupal, es la tendencia a seguir creencias que otros ya han adoptado. La adopción de una idea depende de cuántos la hayan adoptado previamente. Detrás de este sesgo se esconde un sentido de conformismo para no ir en contra de las masas, un sentido de presión social y falta de evidencia de primera mano, apoyándose en las conclusiones de otros.

Las tendencias de la moda, por ejemplo, ocurren porque a medida que aumenta la popularidad de un producto, más personas se suben al tren.

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Pensamiento de grupo

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El noble deseo de cohesión y armonía lleva a un grupo a tomar acuerdos y decisiones que agraden a todos, a toda costa. Todas las partes intentan minimizar el conflicto para que puedan llegar a un consenso entre ellas.

Dado que es muy poco probable que todos tengan razón en un tema determinado, el proceso de toma de decisiones se vuelve disfuncional. Así es como las decisiones tienden a ser subóptimas y derivan de un proceso irracional sin evaluación crítica ni negociación.

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Aversión a la pérdida

Nuestro miedo a perder lo que tenemos es más fuerte que el deseo de ganar lo que no tenemos. Nos inclinamos a aferrarnos a nuestras pertenencias en lugar de adquirir nuevos objetos. Es un sesgo bastante común en la inversión.

Hasta cierto punto, la gente quiere ahorrar dinero en lugar de intentar aumentarlo con un riesgo determinado. Este sesgo podría manejarse cambiando una mentalidad de escasez por una que predica sobre la abundancia, dando sentido a los riesgos implícitos y los retornos esperados.

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Sesgo de resistencia reactiva

Una trampa típica para todos los inconformistas, el sesgo de resistencia reactiva nos impulsa a ir contra la corriente. Pasamos por alto los consejos sólidos y el sentido común porque queremos hacer algo diferente.

Es la necesidad de hacer lo contrario de lo que nos han dicho para apoyar nuestra libertad de elección y preservar nuestro ego. Pero no siempre tenemos razón. Cometemos errores todo el tiempo. Debe analizar los consejos de manera objetiva basándose en la credibilidad de los demás sobre el tema.

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Sesgo optimista

También conocida como ilusión, nuestra naturaleza humana sugiere que debemos ser optimistas sobre la probabilidad de los resultados deseados. Tendemos a sobreestimar los buenos resultados y subestimar los malos.

De modo que es más probable que ocurra lo placentero y lo indeseable se sienta muy lejos en el horizonte. Tenemos que esforzarnos por exponer nuestros diferentes resultados probables al pensamiento objetivo basado en la evidencia y la realidad, en lugar de creencias.

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Efecto de halo

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Como dice el refrán, las primeras impresiones importan. El efecto halo ocurre cuando nuestra opinión sobre el rasgo de alguien se asocia con otros rasgos de su personalidad. Por ejemplo, podemos pensar que un actor de comedia es una persona carismática en la vida real, o que una persona gorda puede no preocuparse por su salud.

Nuestro cerebro se esfuerza por completar el perfil de una persona en función de lo que vemos de primera mano para poder categorizar con quién interactuamos. Esto conduce a conceptos erróneos.

La mejor manera de mitigar estos prejuicios es mediante el pensamiento crítico y separando las emociones del proceso de toma de decisiones. Un análisis detallado de las relaciones causa-efecto y la evidencia hará que nuestras decisiones sean más racionales y menos sesgadas hacia resultados negativos e inesperados.

También es necesario tener la mente abierta, ya que no somos dueños de la verdad absoluta. Esta actitud nos empuja a través de un proceso de descubrimiento de la verdad, que enfrentamos con humildad sobre lo que no sabemos y dispuestos a escuchar otros puntos de vista contrarios al nuestro.

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